jueves, 31 de enero de 2008

A pesar de uno mismo...

No siempre fue igual, bueno eso era lo que él podía recordar. Lo malo de hablar con uno mismo es que a veces uno habla, habla y habla, y lo hace también en voz alta. La gente lo mira a uno y ni modo. Hay que poner cara de idiota, sólo para que la gente se sienta segura y no se baje de la banqueta cuando la ansiedad lo alcanza a uno a mitad de la calle. O bien, cuando estás cerca de gente conocida, sólo para que no surja en ellos un sentimiento compasivo que diga "Míralo, pobre. Es que no tiene con quien hablar".

En realidad hablar con uno mismo no parece o no suena del todo extraño. Más bien, cuántas equivocaciones, sinsabores y metidas de pata se ahorraría la gente si pudiera escucharse de vez en cuando. Quizá lo que si pudiera resultar un poquito extraño es discutir con uno mismo.

La primera vez que le pasó, es decir, que se puso a discutir él sólo, fue cuando cruzaba la plaza Hidalgo en Coyoacán justo el día en que le correspondía depositar sus documentos para el trámite del Servicio Militar. Después de un viaje infamante en el transporte público desde su casa, en la periferia de la Ciudad de México, llegó maltrecho y apremiado a la Plaza Hidalgo.

Durante varios días había practicado las excusas que presentaría en el Centro de Reclutamiento del Ejército Mexicano. Con un poco de imaginación había previsto presentar el caso de su exclusión debido a que tenía pie plano. Después de varias semanas, logró que el arco de su pie se pusiera planito, bueno, al menos eso era lo que él creía porque el dolor en los pies no era poca cosa. Lo cual le costó sesiones inagotables de caminatas descalzo. Al cabo que el fin justificaba los medios, y después, ya habría tiempo suficiente para que el ortopedista arreglara lo que tuviera que arreglar. El caso era, en su momento, no hacer el servicio militar.

¿Cómo hacer el servicio militar si ninguno de sus amigos lo había hecho? Aunque en realidad ninguno había sido excusado de hacerlo. Pasaba sólo que eran sorteados y cuando decían su número, al cierre del período de registro, todos habían obtenido una bola blanca en el sorteo.

Con un poco de suerte y en el ejército creerían su historia del pie plano. Esa era la opción que le parecía más verosimil. Durante varios meses ya había considerado otras posibles opciones como ser objetor de conciencia. Aunque esta opción fue rápidamente desechada porque no entendía bien a sus 18 años qué implicaba ser un objetor de conciencia y tenía poco tiempo para resolver su historia. Imaginaba que tendría que ingresar como Hare-Krishna y para el caso hubiera sido lo mismo, tendría que rapar su cabello. Pues nada, también había considerado presentarse respirando con dificultad y teatralizar diciendo que lo suyo era una insuficiencia del corazón, sí ya sabes, como cuando te enamoras, el corazón te late a varios miles por hora y no puedes respirar. Pero también estaba seguro que los exámenes médicos revelarían la verdad, sí a lo mejor su corazón era demasiado pequeño para tanto amor, pero no para dejar de hacer el servicio militar. ¡Qué cosa!

Cruzó la Plaza Hidalgo caminando con un poco de dificultad. El dolor en los pies le recordó que traía puestos lo zapatos.

"Y si por ponerme los zapatos el arco de los pies recuperaba algo de su forma"
"Y si por ponerme los zapatos tengo que hacer el servicio militar"
"Pero qué animal soy, no me los debí poner. Debí estar más atento"

Ya era demasiado tarde. Había dado la vuelta a la izquierda y estaba frente al gimnasio de Coyoacán. Lugar que empleaba el Ejército como centro temporal de reclutamiento para el Servicio Militar.

En la fila de otros como él, unos más altos, otros más bajitos, otros más anchos, había un aire de excitación. Los más con cara de espanto, los menos con cara de ansiedad. Unos estando ahí sin querer estarlo y otros, en realidad no lo sé, pero indescifrables.

El cabello cubría mis ojos y se acomodaba caóticamente por todos lados. Llegó mi turno...

- ¡ Número 18141 ¡
- Sí señor
- ¿Trae completos sus documentos?
- Sí señor. Aquí está la solicitud requisitada, el acta de nacimiento, las fotografías...

El oficial sin rostro que recibía los papeles los inspeccionaba y me veía con ojos de scanner...Pedraza, creo que se apellidaba Pedraza. Y no es broma, pero en verdad parecía una pedraza.

- Aquí dice que tiene usted el pie plano.
- Sí señor
- ¿Sabe usted que eso lo limita para hacer el servicio militar?
- No señor. No lo sabía. Pero como en el forma dice que anotemos cualquier tipo información médica...
- Pase al servicio médico para una revisión...

En esas estaba cuando irrumpió el soliloquio.
"Te lo dije, no te creyó. Vas a pasar al servicio médico y ahora te van a hacer que hagas doble servicio militar"
"No, creo que es algo rutinario. Todos los que marcan una opción médica debe pasar a revisión"
"No. Seguro que no. Vas a entrar a que te hagan el estudio médico y al descubrirte un policía militar te conducirá a los separos para después notificarte que te quedarás ahí durante el año que te corresponde..."

- ¡18141!
- Sí señor
- Quítese la ropa

Yo miraba el gimnasio y me preguntaba si todo eso era cierto. El pasillo era largo y en la fila que entraría al servicio médico sólo había otros cinco que ya comenzaban a encuerarse.

- ¿Me tengo que quitar la ropa aquí señor?
- Ppsi. Así no se pierde tiempo en la enfermería.

Al entrar al improvisado consultorio con la ropa en la mano, tratando de cubrirme, pensé que hubiera sido mejor no haber marcado la opción de pie plano en el formato...

"Te van a descubrir. Ya verás"
"No, no me van a descubrir. Ya cállate"

- ¿18141? Preguntó una voz un poco más afable que la del hombre que recibió mis documentos.
- Sí señor
- Aquí dice que usted tiene el pie plano
- Sí señor
- Eso lo veremos en un momento. Lo he observado y me llama la atención que usted habla solo. ¿Le había pasado eso antes a usted?
- Pues algunas veces
- ¿Desde cuándo?
- Pues no tiene mucho, ¿por qué? ¿es grave?
- En realidad no lo sé. Pero creo que es parte de su teatro para no cumplir con su obligación patriótica.
- No señor. De verdad que si hablo solo de vez en cuando...
- Su cabello es largo, eso me dice que las fotografías que se tomó o tienen un retoque o las tomó hace mucho. Casi creo que no tiene el pie plano y mucho menos que hable solo. Usted lo que no quiere es hacer el Servicio Militar.

Las rodillas me temblaban. El hombre tenía razón, salvo porque en verdad de vez en cuando hablaba solo. Lo demás, sólo sucedió. Todos lo fines de semana tuve que presentarme en la Guardia Presidencial por un año...allí también hablaba conmigo.

2 comentarios:

LaClau dijo...

R, ¿esto es producto de tu imaginación o un caso de la vida real de "algún conocido"? Mmmhh. Es una de las cosas en las que no envidio a los mexicanOs, tener que hacer el servicio militar. En fin, por lo demás, ustedes se amuelan un año y nosotras toda la vida aguantándoles!!! Jajaja :-)

El R dijo...

Mi muy querida L, está más que comprobado que no hay mal que dure cien años y que siempre nos extrañan. La pregunta me ofende pero me divierte, todos saben que los tigres de felpa somos solidarios...con la República.

Te beso