martes, 5 de febrero de 2008

La trampa del tiempo

Siempre había creído que sus excesos eran una manifestación del mundo que habitaba. Como si no dormir por pensarse e inventarse, el beber un buen Tanat Roble y embelesarse con el cuerpo de ella fueran sólo la manifestación de la vida, de su vida, de sus vidas.

Afuera en la calle, el frío le recordaba que el invierno no había pasado aún. Pero estaba bien. Esperarla era parte del tiempo que le gustaba regalarle al acompañarla de regreso a casa . No importaba si estaba en el trabajo o tenía que hacer algún trámite, siempre la acompañaba. Claro, no siempre era una presencia física de esas que cargan el equipaje de la mujer que se ama. No. A veces era sólo una evocación de compañía al recordarla y preguntarse por ella, por el color de los zapatos que traería, por aquello que la habría hecho sonreir sin que estuviera a su lado, por las cosas que habrían llamado su atención y podrían convertirse en sus nuevas obsesiones. Así era ella, era... era como los acordes de los Clash a veces lánguidos, clásicos, reconocibles; pero contemporáneos y agitados. Siempre extraños y al mismo tiempo imprescindibles.

La última racha de viento helado sacudió su cabello y lo obligó a mirar al cielo. Las nubes grises le daban al día un tono generosamente invernal. Encendió un cigarrillo mientras esperaba a que saliera de su micromundo biotecnológico esa mujer que tenía vocación de personaje de Amin Maalouf, aunque sabía que en realidad era su propio y apasionante personaje.

Mientras la esperaba recordaba, no porque olvidara, sino porque siempre quería tener presente; esas preguntas que la hacían fascinante y deseable, que la hacían ser la poseedora de un tash subyugante, que hacía que aun la gente que no la conocía volteara para verla, al conducir su auto, al caminar por la calle. Sonrío al pensar que una vez le preguntó qué era el tiempo para él.

Una bocanada de ese maravilloso y aromático tabaco en medio de un campus universitario gris por las nubes del invierno, le hizo recordar con una sonrisa que después de la pregunta que había lanzado al aire como si fuera una adusta y antediluviana profesora de historia, vendría una reclamación por el retraso que había tenido para encontrarla ese día.

En aquel momento, él no había entendido que no se trataba de una reclamación. Sino sólo de una forma de ser a la que no tardaría demasiado en adaptarse. Varias razones habrían para eso pero la primera, y quizá la más importante, es que sabedora de ser la dueña de un tiempo no común era la mujer más impuntual del mundo. De manera que la pregunta que lanzaba no podía ser otra cosa más que una forma de averiguar sobre sus reflejos. No. No era una prueba. Era mi entrada en su mundo de preguntas y respuestas. De intuiciones y complicidades a las que me sumaba sin decir agua va.

- "No lo sé amor. ¿Acaso una construcción humana que se manifiesta en los ciclos de rotación del planeta?" Dijo con cara de perplejidad a la espera de una retahila de enfadosos comentarios acerca de la impuntualidad.

- "No. No me refiero a la expresión física del tiempo, ni a nuestra capacidad para observarlo directamente. No me refiero a la noche o al día, tampoco a los calendarios maya, azteca, gregoriano o chino. Tampoco me refiero al paso del tiempo por el cuerpo como las arrugas, las canas o la celulitis. Eso tiene que ver con la percepción de su existencia pero no con lo que es"

Cruzaron el campus para llegar al auto mientras los acompañaba la duda del tiempo. En la cena de aquella noche en la que él le cocinó Mejillones al Vino y Salmón con Hierbas Finas, el tema continuaba siendo el tiempo. De aquella noche, recuerda que antes de apagarse las velas que iluminaron la charla durante la cena, se arremangó la camisa, recogió los platos y los llevó a la cocina. Volteó a mirarla con el destello de la luz rojiza de las velas que agonizaban y vió dibujada su silueta en la sombra. De hecho, eran varias sombras al mismo tiempo, como si fueran muchas ellas que preguntaran. Y creyó por fin entenderla.

Así podía ser el tiempo. Podía ser un algo que tenía muchas imágenes y que permitía que una silueta pudiera tener diferentes sombras en muchas paredes en el mismo instante. ¿Cuál era el pasado, cuál el presente y cuál el futuro? O no. Quizá esa no era la forma de decirlo, más bien, si eran posibles muchas sombras también era posible que hubiesen muchos pasados, presentes y futuros. Era como la luz de las velas dibujando su sombra, así era el tiempo para mí con ella.

Aquella noche se quedó a dormir. Lo abrazó, lo besó, lo desnudó e hizo que el tiempo fuera infinito. Él tomó su rostro de incansable viajera por el mundo de las preguntas y de la fé en la ciencia y la besó.

Nunca más después de esa noche el tiempo habría de ser una pregunta que tuvieran que responder. Los dos tenían su propia definición que los hacía cómplices. Ella antes de dormir al acomodarse entre sus brazos dijo...

- "El tiempo, debe ser como la luz de las velas pero circular. Es una dimensión en la que las sombras tienen sentido y se extiende al infinito. En las que existe un reinició permanente pero nunca es igual. El tiempo es el escenario de la vida y de la muerte, es el papel de la partitura, es el lienzo de la pasión"

El frío de la invernal tarde lo regresó de sus recuerdos al patio del Instituto de Biotecnología, no había terminado aún de fumar su cigarrillo cuando se dió cuenta que se preguntaba qué fue primero un hágase la luz aunque sea de las velas o un hágase el tiempo infinito para que la luz de las velas puedan iluminar mientras duran. No lo sabía, pero tenía la intuición que en estricto sentido quien hubiese pronunciado algo así tuvo que haberlo hecho en ese orden, primero el tiempo, después la luz. De no haberlo hecho, la trampa del tiempo sería la obscuridad...Mmm, ya era como ella, se lo preguntaría.

Una mano se deslizó por su espalda y se quedó en su trasero.

- ¿Esperaste mucho amor? Intenté no tardar demasiado...
- No cielo. En realidad, sólo fumé un cigarrillo mientras esperaba y pensaba.
- ¿Ah, sí?
- Sí amor. Oye, ¿quién crees que creó el tiempo?

Con una risa tan ella, se acomodó el abrigo y me dijo al darme un abrazo

- ¿El tuyo y el mío? Mmm. Si, sí, Ese lo creamos los dos al hacernos inseparables en la obscuridad...cuando no hay tiempo.

2 comentarios:

mArXelLa dijo...

es maravillosa esta idea sobre el tiempo, me gusta pensarlo cómo tú..de hecho, tengo en la cabeza constantemente esa idea del "eterno retorno" (Kundera) pero yo le agregaría.."el eterno retorno del tiempo"..sisi, o algo así como el "eterno resplandor"..por que así es también y lo sabes. wow que garbo y que look te cargas para hablar! ah no, más bien para escribir. Que decirte ante tantas cosas...aquellas sombras reflejadas en futuro, presente y pasado son una linda imagen de cómo una persona se desdobla, a veces es difícil aceptarlo, pero cuando te aceptan así y siguen adelante me parece un acto realmente "amoroso". Y si, definitivamente el mejor tiempo es el que se contruye con una mirada..por que el tiempo es relativo..me gusta, sisi, esa idea de construir el tiempo, así lo podemos detener, así podemos jugar con él y por que no de una vez por todas adueñarnos de nuestra deconstrucción constante! ahh un suspiro sin tiempo viaja en las estrellas, atrapalo!

El R dijo...

M-a-r-x-e-l-l-a (pronuncíese con lentitud porque el tiempo se detiene para continuar). Tienes razón, lo sé como tú. Atrapo el suspiro, como desde el principio del tiempo.

B-e-s-o-s