lunes, 31 de marzo de 2008

El peso del recuerdo

Cuántas veces tendría que repetírselo a sí mismo. No lo sabía. Sin embargo, la voz desde adentro le decía que estaba equivocado por centésima ocasión, que no siempre lo que se ve es lo que es. Que a veces lo que se ve es sólo una extraña representación de uno de los tantos mundos que pueden existir y que de hecho existen, aunque sólo los podamos sentir.

Aquella tarde se sentía bien. Ya sabes. Es uno de esos momentos de paz y sosiego que a veces te regala la vida en el que nada te disturba, nada te duele, nada te preocupa y uno se pregunta si por fin se ha encontrado ese remanso que uno cree haber ganado después de tanto andar el camino, de tanto besar y después recoger los besos, de tanto creer y después desdibujarse. Quién sabe si merecidamente, pero eso con la ansiedad no importa, el caso es que era una de esas esporádicas tardes.

Al llegar a la plaza colindante con el viejo edificio de apartamentos en el que vivía, estacionó el auto y descendió para comprar unos cigarrillos y beber una cerveza en el bar de siempre, había tiempo antes de llegar a casa. Hoy se había desocupado antes y su soledad le aconsejaba gastar un poco de ese tiempo en mezclarse con la gente, hablar de nada, antes que se le olvidara cómo hacerlo.

En la vieja barra del bar, sintió su presencia inminente. Su aroma dulce, indudablemente dulce, empalagosamente dulce. Por fin su deseo de encontrarla de nuevo se cumplía, lo sabía. Ella abrazo su cintura por la espalda, beso su cuello. Él vio reflejada la imagen de ambos en el espejo del bar; juntos, como a veces ocurría cuando ella prometía nunca dejarlo.

Bajó el tarro de la cerveza, miró el espejo y antes de girar para poder besarla una voz dentro de sí le decía que no volteara, que no todo lo que se ve está. Pero su recuerdo era más fuerte. Intentó besarla y se desplomó. Por centésima ocasión se derrumbaba ante lo que suponía pero se resistía a creer, que hay promesas que la muerte impide cumplir.

5 comentarios:

Marcela dijo...

Hola. Me encantan tus historias y tu forma de contarlas. Llegué y me quedé leyendo largos minutos, aunque tenía otras cosas que hacer. Ya guardo tu blog en favoritos para volver con mas tiempo. Un gusto. Marcela.

El R dijo...

Querida Marcela (if i may), gracias por venir y leer. Me alegra que disfrutes lo que a veces escribo y que hayas dedicado algún tiempo a leerlo. Vuelve cuando lo desees, siempre será un gusto encontrate aquí. Gracias por agregarme en tus opciones favoritas (dios!! eso es demasiada presión. Me siento como pulga con hipo. Ja, ja). Un grande gusto.

mArXelLa dijo...

Me gusta esa parte..."su aroma dulce, indudablemente dulce..." me recuerda un olor que a veces en medio de la comida, en un café, en el bar, en la sala, en un seminario,en la cama llega a mi...si el olor se dibujara seria verde..mezcla de café y cigarro. Que trágico!! la muerte ronda tús historias R...me dejas pensando un rato en esas esporádicas tardes. Bsos!
pd. se te extrañaba por el mundo bloggero!

El R dijo...

Gracias querida Marx yo también me extrañaba de vez en cuando. Si, su aroma es dulce. Qué simpa lo que dices, yo hubiera pensado que era amarillo o azul. Como quiera que sea me gusta la idea de colores en los aromas y creo que me anticipaste.
No me parece trágico en realidad. Desde luego no tengo inclinaciones necrófilas, sin embargo la muerte, las muertes, las despedidas: las que ocurren involuntaria o voluntariamente, forman parte de esas pistas amorosas que normalmente omitimos mencionar, aunque las carguemos. Los mitos de eros y tanatos van indisolublemente ligados. No existe uno sin el otro. Vida y muerte, creación y destrucción, amor y desamor, esperanza y desesperanza. En fin, Ying y Yang. No creo que exista una forma de amar que no esté acechada por la sombra de la extinción. A veces creo que eso te hace vivir el amor desde una perspectiva diferente, con intensidad...pensando siempre que puede ser el último instante.
Besos infinitos

mArXelLa dijo...

Así es, el amor como la vida esta llena de sombras que acechan...dice una canción "todo lo que empieza termina mal" yo no sé que tanto de cierto tenga esto, pero de que acaba...acaba! bueno, pero yo estoy en la búsqueda constante de que no acabe...pero es bueno el acecho constante por que eso nos hace vivirlo como el último instante, será por eso que me gusta tanto esa cancioncita muy famosa..."besame, besame mucho...como si fuera esta noche la última vez"...ahh rolon enfermo! y no es la última palabra la mía...pero besos de retache infinitos y citando al Buzz "´y al más alla" por que no!